Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, en 1972, se inicia desde esa época en la fotografía en los ámbitos universitarios, dedicándose a su actividad de fotógrafa a la vez que a la docencia como profesora de fotografía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
Sin abandonar nunca la docencia, se dedica durante esos años y los siguientes a investigar y fotografiar las celebraciones populares, y las tradiciones religiosas y paganas, principalmente en España, pero también en la Europa mediterránea. Fruto de ello es su libro titulado 'España oculta', publicado en 1989 y ganador, entre otros, del Premio al libro del año en el Festival de Fotografía de Arlés, ganando ese mismo año el prestigioso premio de la Fundación Eugene Smith de Nueva York. Un libro de un valiosísimo valor documental y antropológico, y por supuesto artístico, debido tanto a la calidad impresionante de sus fotografías, como a sus personalísimos registros visuales, y sus originales acercamientos a los seres humanos. Una España profunda que recoge en imágenes mágicas, misteriosas y sutiles de la gente de los pueblos, recorriéndose para ello los distintos puntos geográficos y culturales peninsulares, viviéndolos e impregnándose de ellos y de sus esencias.
La trayectoria de Cristina García Rodero está plagada de premios, como el Premio Planeta de Fotografía por el conjunto de su obra, de 1983. El premio al mejor fotógrafo del año, concedido en 1988 por la revista Foto Profesional de Madrid. El primer premio World Press Photo en la categoría de arte, en 1993. Premio Nacional de la fotografía del Ministerio de Cultura en Madrid, y premio Forum Iberoamericano de Fotografía de la Habana, ambos en 1996. El Premio FotoGranPrix de Barcelona, de 1997. El Premio Bartolomé Ros a la mejor trayectoria profesional española en fotografía de Madrid, en PhotoEspaña 2000. O el Premio Godó de Fotoperiodismo 2000 otorgado por la Fundación Conde de Barcelona, entre otros.
CONLCUSIONES
En un primer momento mi idea de fotógrafo para mi trabajo fue Robert Capa, ya que como apasionado de la segunda guerra mundial que soy, no podía dejar escapar al fotógrafo del Día D. El problema es que cada vez me parecía un fotógrafo más típico, del que ya se ha hablado muchísimo a lo largo de los años y del cual poco podría comentar algo nuevo.