martes, 22 de septiembre de 2009

La realidad a través de un reflejo

La verdad es que la práctica de esta semana me ha parecido bastante original. Buscar reflejos no siempre es fácil y hacer que una foto de un reflejo adquiera relevancia lleva más tiempo del habitual.

Las opciones son prácticamente infinitas. Yo he seleccionado algún espejo que otro (que hace las veces de gran angular), varios edificios y una luna trasera de coche. Me iba encontrando estas fotos sin pensar en realizar una toma concreta.

No siempre es sencillo sacar una buena foto de un reflejo y dependiendo de cómo esté el tiempo (en Pamplona no se sabe) se puede facilitar el trabajo.

La verdad es que algún vecino ya me miró raro porque estaba sacando fotos a sus casas pero creo que la habilidad del fotógrafo es sacar la foto en un instante y abandonar el lugar antes de que puedan decir nada. A mí me dio resultado.






Estos son algunas posibilidades dentro de los reflejos. Las opciones son infinitas. Yo, de momento, me despido hasta que cace más reflejos. Un saludo!






















miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las mil y una fotos

La verdad es que antes de apuntarme a esta asignatura ya tenía algo de manejo en la fotografía y sobretodo con mi cámara de fotos. Cuando voy de viaje o simplemente quiero que un día en especial quede para la posteridad ahí está ella, a mi lado, esperando fielmente a que la sostenga y la dispare hacia una realidad que en ese momento me pueda parecer significativa.

Lo que no había probado es a llevarla todo el día conmigo haciendo fotos en las que la mayoría ni siquiera sirven, pero ahí están. No sé realmente si realicé, como estaba estipulado, unas mil fotos, pero el ejercicio ha servido para, de alguna manera, intimar con nuestra herramienta de trabajo y acercarnos más a ella, quitar las barreras que pueden separar lo humano de la técnica.

Cuando sostengo la cámara puedo parecer un cazador; un cazador del momento exacto que debe ser fotografiado. Incluso cuando sacamos fotos, muchas veces no observamos la importancia de lo que aparece reflejado hasta que vemos de nuevo la foto realizada. Son pequeños momentos que el ojo humano simplemente no retiene y que mediante una fotografía pueden quedar, literalmente, para la posteridad.

Pequeños gestos, regañinas de una madre a su hijo al fondo de la fotografía, una foto de un bostezo, un abrir y cerrar de ojos, una carcajada… son infinitos momentos muy simples para nuestros ojos pero que pueden conformar fotos de la vida diaria que merece la pena conservar.
Con este ejercicio he descubierto muchas de estas fotografías. Son fotos tiradas sin malicia alguna en las que muchas veces me sorprendo por haber captado momentos y realidades tan naturales como la vida misma.

La foto perfecta está ahí fuera y este ejercicio me ha servido para estar mejor preparado y a contar con la cámara en más ocasiones. Creo que es una compañera de viaje estupenda que puede dar buenísimos frutos incluso disparando desde el balcón de mi casa.

Como decía Pelé: “hay que conocer la herramienta de trabajo” y este ejercicio ha servido en gran medida a este propósito, a conocernos personalmente con nuestra cámara y a dejar que sea testiga de la realidad al igual que nosotros, o incluso mejor.

martes, 15 de septiembre de 2009

Generación tras generación

Muchas veces pasamos por delante de ellos y no nos molestamos en mirar, simplemente, están ahí. Nos olvidamos de que nos han visto crecer y, probablemente, a nuestros padres también.


Ahora... la historia se repite. Tan cíclico como la vida misma y tan atrayente como hace veinte años para aquellos que buscan entre sus ramas un lugar mágico en el que dejar volar su imaginación y su inocencia en bruto. Estos son los árboles que marcan infancias; la mía, la primera.



Tan robusto como cuando trepábamos por él en las tardes de verano, se mantiene este gran pino en Barañáin. Las nuevas generaciones van pasando por él y sigue ofreciendo, como el primer día, una buena vía de escalada entre sus ramas y una buena excusa para fardar ante los compañeros sobre quién es el que más alto sube.



Obviamente, siempre hay alguna baja ya que es mucho el ejercicio que soporta en la temporada calurosa. Menos mal que en invierno pueden descansar, aunque siempre se puede usar como un improvisado refugio anti bolas de nieve.


Sigue ahí, al lado de sus compañeros, observando a las miles de personas que se han cobijado bajo su sombra como si cuidase de ellos. En realidad, pocos pueden decir, al igual que él, que ha visto crecer a tantas generaciones.

Sus hojas seguirán resistiendo el azote de las condiciones adversas para poder brindar sombra otra vez más en verano. Es un luchador.







Seguirá levantándose al cielo igual que siempre mirando desde lo alto el lento pero rápido paso de los años.